Publicado el 09.12.2022.
de su libro “Mass and the Sacraments” (“La Misa y los Sacramentos”)
Las citaciones de la Biblia son de la Biblia Nacar-Colunga.
“La contrición es el dolor o la pena del alma y la detestación del pecado cometido, con el firme propósito de no volver a pecar” (Concilio de Trento).
La contrición es la parte más necesaria de nuestra preparación para la recepción del Sacramento de la Penitencia. Sin la contrición no se perdona ningún pecado. Por eso, el acto de contrición debe hacerse antes de la confesión o, al menos, antes de la absolución.
2. La contrición es un acto de la voluntad. – El penitente se aparta del pecado, lo detesta, se arrepiente de haberlo cometido y está decidido a satisfacerlo y a evitarlo en el futuro. Tal acto de voluntad presupone el conocimiento de que el pecado es un mal. Por eso, si queremos estar verdaderamente contritos, debemos pensar en la maldad del pecado y en sus terribles consecuencias. Un acto del intelecto debe preceder al acto de la voluntad.
3. Nuestra contrición, y por tanto también nuestro propósito de enmienda, debe ser interior, universal, supremo y sobrenatural. –
a) Nuestra contrición es interior si detestamos el pecado en nuestro corazón como el mayor de los males y deseamos sinceramente no haberlo cometido nunca. “Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras”, dice el profeta (Joel 2,13). El dolor que se expresa sólo con los labios, o que existe sólo en la imaginación, no es un verdadero dolor.
b) Nuestra contrición es universal si abarca todos nuestros pecados mortales sin excepción. Si sólo tenemos pecados veniales que confesar, debemos estar verdaderamente arrepentidos de al menos uno de ellos, de lo contrario nuestra confesión será nula. […]
c) Nuestra contrición es suprema si estamos decididos a no cometer un pecado mortal por amor o por temor a cualquier cosa.
d) Nuestra contrición es sobrenatural si es producida por la gracia de Dios y fundada en motivos que la fe nos da a conocer, por ejemplo, si nos arrepentimos de nuestros pecados porque con ellos hemos ofendido a Dios, perdido el Cielo y merecido el Infierno. Si nos arrepentimos de nuestros pecados sólo porque nos han acarreado una desgracia o una pérdida temporal de algún tipo, nuestro dolor sería meramente natural y no serviría para nuestra salvación.
La contrición sobrenatural puede ser imperfecta o perfecta. – Si nos arrepentimos de nuestros pecados porque tememos que Dios nos castigue por ellos, nuestra contrición es imperfecta (attritio). Es imperfecta porque no nace del motivo más elevado del amor. “[E]l que teme no es perfecto en la caridad” (1 Juan 4,18). En cambio, si nos arrepentimos porque hemos ofendido a Dios, que es infinitamente bueno y que es nuestro mayor benefactor y Padre más amoroso, nuestra contrición es perfecta. “[p]ues la caridad perfecta echa fuera el temor” (1 Juan 4,18)
[…]
La contrición perfecta borra de inmediato todos los pecados mortales, incluso antes de confesarlos, – como los diez leprosos fueron curados en su camino hacia los sacerdotes. “el que me ama a mi será amado de mi Padre, y yo le amaré” (Juan 14,21).
Por eso, si alguna vez tenemos la desgracia de caer en un pecado deliberado, debemos hacer inmediatamente un acto de perfecta contrición. Por supuesto, todavía estamos obligados a confesarnos, para cumplir la ley ordinaria, y deberíamos hacerlo razonablemente pronto. Cuando otros están en peligro de muerte, y no hay sacerdote presente, debemos ayudarles a hacer actos de contrición perfecta. “La contrición perfecta es la llave del Cielo.”
Debemos procurar siempre la contrición perfecta por nuestros pecados. […] “La contrición imperfecta – dice el Concilio de Trento –, aunque no puede por sí misma, sin el Sacramento de la Penitencia, justificar al pecador, sin embargo lo dispone para recibir la gracia divina en el Sacramento de la Penitencia.”
4. Nuestra contrición debe ir acompañada de un firme propósito de enmienda. – Debemos resolver:
a) Evitar todo pecado, al menos los mortales;
b) Evitar la ocasión próxima del pecado y utilizar los medios necesarios para nuestra enmienda;
c) Cumplir nuestra penitencia y reparar, en la medida de lo posible, cualquier daño causado por nuestro pecado.
Si sólo tenemos pecados veniales, debemos proponernos firmemente evitarlos o, al menos, disminuir su número.
Por ocasión próxima de pecado se entiende todo lo que puede llevarnos a pecar, como las malas compañías, las malas diversiones, las malas lecturas. “El que ama el peligro caerá en él” (Ecl. 3,27).
Si no estamos resueltos a evitar el pecado mortal o su ocasión próxima, no tenemos verdadera contrición; hacemos una mala confesión y la absolución no nos sirve.